David Rojo
La indignación ciudadana explotó.
El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla (Morena) en cínica postura y por demás contradictoria: fue a dar el pésame por el tan condenable asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo (independiente), pero no se ocupa de la seguridad de los michoacanos.
Ir a abrazar por la muerte ya con el luto de las familias, como respuesta al ser indolente con la inseguridad.
Lo corrieron.
¡Lárgate!, le gritaban en su cara.
Y se fue.
En Morelia, tronaba la protesta: ¡No Abrazos; sí, justicia!
Herencia maldita sexenal.
La clásica reacción desde el poder, no habrá impunidad. Pero, reacción oficial que sólo mira a quien jaló del gatillo y a caso a quien lo ordenó. Sin más sin fondo. El saqueo mismo de centenares de miles de millones de pesos de la riqueza nacional (en el caso de los combustibles) sin que, hasta ahora, se vaya a fondo.
Así, cuando el gobernador morenista advierte que no habrá impunidad con el asesinato de Carlos Manzo, ¿a qué se refiere? Si el gobernador michoacano actuara contra la impunidad, no habría ese camposanto de cruces, ni las extorsiones, ni las desapariciones, en el actuar impune de los propios grupos criminales.
El asesinato de Carlos Manzo en plena celebración del tradicional Festival de Las Velas, con miles de asistentes, provocó diversas reacciones en todo México.
Aquí, mismo en Los Cabos, el dirigente que se expresa como ciudadano, la voz misma urgida por todas partes ante estos grises amaneceres:
“Como ciudadano y nada más, manifiesto la frustración y tristeza por el desenlace violento contra el alcalde Uruapan que por desesperación se arriesgó para regresar la vida armónica y libre de los habitantes de su ciudad, tomemos nota y no permitamos que el miedo acote nuestra libertad. Los ciudadanos no podemos permitir por comodidad individual estar ajenos a esto y los políticos que quieren servir no busquen gobernar cediendo silenciosamente poder a la delincuencia normalizando, veamos allá donde esto pasó que poco a poco resultó en una falta de libertad de todos.
Pido a Dios que nos guarde de esto, a Él no le agrada la injusticia. Él bendiga a Los Cabos”.
Proceso, en reporte periodístico de Dalia Martínez, da testimonio de la reacción ciudadana contra el gobernador michoacano:
“Casi a empujones fue sacado el gobernador del estado de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla de la sala funeraria San José, en Uruapan, luego de ser abucheado y obligado a retirarse del funeral del exalcalde de la ciudad de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, quien fue asesinado la noche de este sábado 1 noviembre en la Plaza de Los Mártires, luego de inaugurar el Festival de Las Velas, evento que tradicionalmente daba paso a la celebración de la Noche de Muertos en esta localidad.
“El mandatario tuvo que salir apresuradamente tras menos de 5 minutos de presentarse a dar las condolencias a la familia de Carlos Manzo y luego de que la gente que estaba presente le gritó con indignación: “¡fuera, fuera!”, “¡asesino!”, “¡inútil!” “¡justicia, justicia!” entre otros insultos.
“El cuerpo de seguridad de Ramírez Bedolla, aconsejó retirarse inmediatamente del lugar y el gobernador no tuvo de otra más que salir a paso apresurado del lugar y custodiado por media docena de sus guardias”.
Carlos Manzo advirtió que por sus posturas contra la delincuencia estaba expuesto. No quería ni un pésame en su nombre, quería seguridad para sus gobernados.
El gobernador morenista llegó con el pésame, no con seguridad.
Le gritaron, ¡lárgate!
por otra cruz en el camposanto de los criminales.




