David Rojo
Todo eso que llaman pueblo sabio extiende la mancha urbana de Los Cabos, aquí en Baja California Sur, por las zonas de riesgo.
Todo eso que se exhorta que el pueblo manda se reduce a miles de familias y sus bienes en peligro.
Mundo al revés: el sabio, el que manda en condición brutal marginal.
El pueblo sigue asentado en medio de los arroyos.
La demagogia, sin embargo raya ahora en el cinismo político.
Siempre el pronunciamiento político ha sido por el pueblo:
¡Todo por el pueblo!
¡Sin el pueblo nada!
Con todo el dicho, con todas las arengas políticas, no obstante el pueblo acaba en el olvido.
La palabra sin rubor pasa a la desvergüenza del hecho político.
Sucede en Los Cabos. Aquí en Baja California Sur.
Ahí están esas Unidades Habitacionales en medio de arroyos de Cabo San Lucas y de San José del Cabo levantadas en el trienio municipal 2008-2011 y quien fuera parte central para la liberación de las respectivas licencias municipales de construcción desde regiduría y presidencia de la comisión edilicia de Desarrollo Urbano, Ecología y Medio Ambiente, ahora en Los Cabos para el trienio municipal 2024-2027 despachará desde la Sindicatura municipal.
La palabra política tiene tiempo que perdió el rubor.
La demagogia ha sido siempre baja cualquier década, bajo cualquier color político.
Siempre todo por el pueblo.
Pero, hoy el agravio social jode más al pueblo.
Se llegó al extremo que quienes han tomado decisiones contrarias al interés social, y que a cada temporada ciclónica tienen en Los Cabos, aquí en Baja California Sur, en riesgo a centenares, miles, de familias, con este nuevo discurso por el pueblo que se traduce en hechos en agravio social, les eleven aun más en la jerarquía política.
Es decir, lineamientos políticos sudcalifornianos hoy vigentes dan cuenta que el premio no es porque te portes bien. Miles de familias están en riesgo en medio de los arroyos, ahí está el premio.
Pero, el pueblo es el que manda. La palabra ya no tiene rubor.
Pero, el pueblo es sabio. No es ninguna sabiduría vivir en las zonas de riesgo, en condiciones de extrema marginalidad urbana sin agua potable, sin drenaje. No es ninguna sabiduría que les vendieran viviendas a las familias obreras en medio de los arroyos con todo y licencias de construcción las Unidades habitacionales.
Eso, que llaman pueblo está en el olvido en Los Cabos. Aquí en Baja California Sur.
Eso que llaman pueblo a cada amanecer de la cresta de la temporada ciclónica es despertado de manera abrupta por la pesadilla que al despertar la esposa, la hija, el abuelo, el hermano, los sobrinos, vecinos y amigos, lo harán en medio del arroyo con las vidas y bienes en peligro.
Aquí en Los Cabos la palabra política ha perdido el rubor.
Los hechos llevan al agravio social.