I
David Rojo
Hace más de una década.
De momento la expresión, casi a todo pulmón, me llevó por igual a otra expresión, por igual, casi a todo pulmón. ¡Qué pasa!, exclamé.
¡Paren! ¡Paren!, no dejaba de escucharse.
La gran unidad, en la que íbamos más de una docena, se detuvo de inmediato.
Hacía unos minutos que habíamos dejado atrás al Aeropuerto internacional de Los Cabos, ya se había pasado la caseta de cobro.
Cuando la unidad se detuvo, quien exclamaba ¡paren! ¡paren! de inmediato bajó. A los instantes solicitaba que sus acompañantes hicieran lo mismo.
Por supuesto nadie se quedó arriba de la unidad de transporte.
Se trataba de todo un equipo de principal línea de venta de una de las principales empresas generadoras de publicidad para medios de comunicación en México. Por tal venían de la capital del país. Y como anfitriones compartiríamos varios días con el grupo.
El cielo nocturno se le había anticipado al mar y a las ballenas.
Venían a ver a las ballenas y a correr entre esas dunas bellísimas de Puerto Adolfo López Mateos, qué decir de Sol de Mayo. El Arco Y sí, todavía en aquel entonces un posible recorrido por el Estero de San José del Cabo.
Quien había exclamado ¡paren! ¡paren!, pedía ahora que se mirara al cielo.
¡Vaya postal!
Estrellas y más estrellas.
En la Ciudad de México –y otras plazas– , ¿cuántas? ¿cuándo?
El contagio de gratas sonrisas en el libramiento carretero.
Vaya lugar al que habían venido.
El espectacular saludo del cielo nocturno era un magnífico anticipo de lo que vendría al final de la tierra, con el sol. Aquí, en Los Cabos, en medio de dos mares, con el sol mismo al amanecer y con el sol mismo al atardecer.
Lugar de todo esplendor esta región sudcaliforniana.
Más de una década después nos encontramos mirando y obturando hacia el cielo nocturno.
Desde esta gran ventana al universo que es Los Cabos se ha logrado el registro fotográfico de las rayas de Júpiter, los aros de Saturno, 70 de las 88 constelaciones reconocidas por la comunidad astronómica internacional, cúmulos estelares, nebulosas.
Y si se está en las playas de Cabo del Este qué decir de la Vía Láctea.
Impresionante.
Los Cabos no sólo registra más de la quinta parte de las aves documentadas en México, es uno de los principales lugares en el país para la observación y disfrute astronómico. Si, además, se le suman dos mares, la belleza especial de lo semidesértico, lo inigualable de Cabo Pulmo, testimonios fósiles de fauna del plioceno y pleistoceno, los Pericúes y sus cráneos largos con su posible desplazamiento costero milenario, Mijares. Pues, Los Cabos tiene todo el potencial para turismo de vanguardia, con espléndida riqueza ambiental, prehistórica e histórica.
–¿Qué costaría crear Reservas Municipales de Cielo Nocturno (qué dice la UNAM sobre el cielo nocturno, mañana martes en el despacho de Tecla 7/6)?
–¿Que costaría crear un corredor de aves endémicas entre las que se encuentra el Colibrí de Xantus?
–¿Qué costaría el que la riqueza arqueológica de El Médano regresara a Cabo San Lucas, en la que aparte de entierros y unas mil piezas de manos de metate y metates y otras piezas, habría pectorales de madre perla?
–¿Qué costaría el gestionar que regresaran a Los Cabos los fósiles de fauna del plioceno (de camellos, cocodrilos, gonfoterio, dientes de sable…) extraídos de Santa Anita?
Un primer paso, voluntad política.
Christian Agúndez, presidente municipal de Los Cabos, trienio 2024-2027, te toca.