David Rojo
No hay a quién culpar, ni por qué culpar. Total se trata al final de cuentas que el que paga siempre es el pueblo.
Por eso al pueblo se le jode, por eso el pueblo está jodido. Total no hay a quién culpar.
Que haya viviendas en pleno arroyo, con todo y licencias municipales de construcción, pues no hay a quién culpar, ni por qué culpar. Total, las familias obreras tienen a donde vivir así sea con la pesadilla, a cada temporada ciclónica tropical –como la actual mayo-noviembre 2025– de vivir en medio del arroyo.
No se entiende por tal, ante la lacerante realidad, lo expresado por el Regidor del PVEM, Andrés Liceaga, quien ante el severo congestionamiento vehicular –ya de por sí crítico en días “normales– que desbordó de manera brutal sin planificación, ni coordinación, por el inicio de los trabajos de la obra federal del paso a desnivel en la Glorieta de Fonatur –referencia principal del acceso y salida de San José del Cabo–.
El Regidor del PVEM, aludió:
“No se trata de repartir culpas pero sí comentarles que la constructora había garantizado la apertura de los cuatro carriles en esta primera etapa, la constructora que contrató el Gobierno Federal, sin embargo, de un día para otro limitaron algunos carriles y eso vino a afectar la circulación antes de que hubiera vías alternas definidas”.
De inmediato se debió de haber liberado la caseta de cobro –ubicada casi a la altura del bulevar Forjadores–, y desde luego llamar a cuentas a la propia constructora para una efectiva coordinación y no faltarle el respeto a los miles de conductores que pasan por la Glorieta de Fonatur.
Y por supuesto Regidor del PVEM ya se debería de estar trabajando en acciones paralelas –no para mañana o el haber cuándo– dado que el severo problema de la movilidad urbana en Los Cabos, con el congestionamiento vehicular en la Glorieta de Fonatur, sólo exhibe tan delicado problema con conductores cuyo destino no es la glorieta, sino otras colonias de San José del Cabo, hasta el Aeropuerto y puntos aún más distantes como Santa Anita, incluso a las delegaciones municipales de Miraflores, Santiago y La Ribera, o vice versa con Cabo San Lucas.
Así, se tiene no obstante que no hay que repartir culpas. Vaya.
Ahí están los desarrollos habitacionales en medio de arroyos de San José del Cabo y de Cabo San Lucas –ya con dos edificios colapsados en 2017 por los efectos de la tormenta tropical Lidia–.
No hay que repartir culpas. Por qué. En este caso las familias obreras, aun cuando traicionadas, tienen sus casas, así sea en medio del arroyo con sus vidas y bienes en peligro.
Vaya expresiones en el ejercicio del poder.
Vaya ironía.
Vaya actitud ante la lacerante realidad.
Total, que el pueblo la miente. Y ya.
Lo van a seguir jodiendo.
Sin repartir culpas.