David Rojo
Morena, miró para otro lado, se tapó los oídos. Ningún reclamo; las llamas alcanzaron al palacio municipal.
El líder limonero del Valle de Apatzingán que denunciara extorsiones, Bernardo Bravo, acababa de ser asesinado, pero la alcaldesa Fanny Arreola Pichardo, morenista, en plena celebración de las Fiestas de Apatzingán por el CCXII Aniversario de la firma del Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, fue complacida con un narcocorrido.
La indolencia política que siguió al asesinato de Bernardo Bravo, por quien seguramente se extendieron pésames desde el poder.
A los días se perpetraría el asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo. El malestar social, se extendería por Uruapan, Morelia y Apatzingán.
Con todo y malestar social, a la del narcocorrido le alcanzarían las llamas del palacio municipal de Apatzingán y la gran manta del mismo lunes 3 de noviembre con el mensaje ¡Fanny, fuera!
¿Y el partido en el poder?
Hay dolor en el país.
Hay indignación.
Hay frustración.
Las calles que no dejan de ganarse por el dolor, por la indignación. Hay una sociedad lastimada, no es vuelo de zopilotes.



