David Rojo
El abstencionismo en Baja California Sur del 90 por ciento en las elecciones del Poder Judicial –más golpeada la pobrísima votación por los votos anulados– son un tremendo descalabro político para el morenista gobernador Víctor Castro Cosío y el propio membrete de Morena.
Peor, en contrario a los malos resultados dados en Baja California Sur, en Coahuila –gobernado por el PRI– la participación electoral superó el 23 por ciento.
Si se hubiera tratado de un descontón político al gobernador Castro Cosío para exhibirlo con un mal resultado sudcaliforniano en el Distrito Electoral Federal 02 –con sede en San José del Cabo– por parte del agundismo o de Christian Agúndez Gómez –por el anticipado pleito político que se vive por la sucesión gubernamental del 2027–, entonces, por qué fue tan mala la votación en el Distrito Electoral Federal 01 –en donde se supone debería de haber amplia presencia del gobernador con los municipios de La Paz, Loreto, Comondú y Mulegé, principalmente en tierras paceñas en donde también fue presidente municipal–.
No se trató de un descontón político. Una mala operación que no permeó ni llegó a los electores en sudcaliforniana. Los supuestos fundamentos o razones por la reciente elección del Poder Judicial se quedaron en la confusión, en la ausencia misma del contacto personal sin el ir ni venir por colonias, ejidos o comunidades pesqueras. La demagogia cobró factura en las urnas: siempre el pueblo se dice –una y otra vez lo repite Castro Cosío– , pero el gobernante en los hechos ha quedado al margen de la lacerante realidad en la que se encuentra el pueblo.
Al pésimo resultado dominical electoral sudcaliforniano supondría, sin embargo que el gobernante procedería con autocrítica.
No ha sido así.
Castro Cosío salió con un pronunciamiento de once párrafos, en uno de los cuales señala a terceros; el gobernador Castro Cosío opta por acusar a otros “algunos actores políticos” que “hayan optado por deslegitimar esta elección, promoviendo la abstención como estrategia”.
Ni una línea de autocrítica. Él no se pone en el por qué sólo uno de cada diez electores sudcalifornianos acudió a las urnas, mira hacia otro lado.
A este tundeteclas le sorprendió el contenido del pronunciamiento referido.
Cada párrafo discutible. Refutable: El gobernador no tiene quien le escriba.
Después del recorrido de ese texto, en el último párrafo Castro Cosío insiste:
– “Hemos abierto una puerta que no debe cerrarse. Que este paso sea el inicio de un porvenir más justo, más transparente, más digno. Y que nunca olvidemos: la justicia debe de tener rostro humano y corazón popular”.
En dónde va a quedar ese “corazón popular” que desde el poder mismo no da puntualizaciones en concreto sobre las grandes heridas en la sociedad que se le abren al pueblo con el brutal costo social de la impunidad.
La lacerante realidad no significa, además, ningún “rostro humano”.
Que distante el decir político de la realidad social.