David Rojo
La palabra se pierde.
Es tan sólo eco.
Y se hace más eco en el túnel oscuro.
Por más que se repita, se va perdiendo.
Del eco no queda nada.
Sólo queda el aplauso servil cuando se menciona, se dice, se repite.
Cuánto servilismo hoy en día.
El servilismo político y social que no avergüenza. Y cómo avergonzar en lo político y social, si el propio cinismo político no suelta a la palabra pueblo.
Se justifican con el pueblo.
Y hasta aplauden en informes o tomas de protesta cuando se cita al pueblo.
La realidad muy lacerante se funde con el agravio. El cinismo se impone.
No son acaso pueblo los estudiantes de Miraflores, Caduaño, Santiago y La Ribera los que se quedaron sin el servicio de autobús que brindaba de manera gratuita el gobierno municipal de Los Cabos. ¡Cómo! ¡No son pueblo los estudiantes de la zona rural cabeña!
No son acaso pueblo las miles de familias que no tienen agua ni drenaje en Cabo San Lucas, pero en contradicción a contribuyentes de Los Cabos se les acaba de endeudar con 300 millones de pesos sin que ningún maldito peso vaya a dar a algún beneficio social.
Cómo se puede hablar de pueblo si al pueblo se le margina de 300 millones de pesos. Y todavía se le endeuda.
Así de esas. De 300 millones de pesos, de dinero que es del pueblo, ni un peso para el pueblo.
Pueblo, palabra falsa en el poder político.
Los carnavales son del pueblo. Los Carnavales son festejos populares. Fiestas de pueblo. El pueblo que gana las calles con colores y música. Y los Carnavales se hacen con dinero del pueblo, y en La Paz al pueblo le acaban de quitar el principal evento popular. Si quiere ir el pueblo que pague el pueblo por asiento 6 mil 300 pesos y se ponga cómodo.
Dicen desde el poder político, desde los informes, desde las tomas de protesta “sin el pueblo nada”. Y el pueblo queda en su realidad de nada.
Cómo agravia el cinismo político y cómo ofende a un más el aplauso servil.
Dicen también que “todo por el pueblo”. Sí, toda la corrupción e impunidad sobre el pueblo. Digan que no desde el poder político, ahí están las unidades habitacionales en medio de arroyos, por citar.
Pueblo, tan sólo eco de una palabra que no deja de repetirse desde el poder político.
Y al pueblo lo que se le repite a diario es la lacerante realidad. Ahí en esa realidad lacerante está el pueblo.