David Rojo
Vi cuando, por la medianoche, te fuiste de Isla Encantada. En tu honor hubo alineación planetaria.
Pasó rápido aquel 1991.
Eras el primer funcionario, el primer político que trataba en esta región sudcaliforniana. Había que dar de alta la licencia comercial de Tribuna de Los Cabos. Y despachabas como Tesorero Municipal.
Días de haber tratado por igual a la que no se ha ido del corazón, pero que nos la quitaron en Chihuahua durante el sexenio de Javier Corral: Miroslava Breach. Y quien como directora de Comunicación Social del Ayuntamiento de Los Cabos, me planteaba aquel 1991: “Un periódico en Los Cabos, David. Con qué mano de obra, para cuántos lectores”.
Eran esos días en la secretaría general del gobierno municipal del respetado y apreciado, maestro Jacinto Rochín. Tenía un buen equipo el por igual apreciado Manuel Castro, en ese entonces presidente municipal. Y hasta aparecía en el organigrama municipal Narciso Agúndez. Miguel Ángel Olachea esperaba su turno municipal, y hacía antesala como diputado local.
Vi, estimado Mingo, cuando por la medianoche te fuiste de Isla Encantada. En tu honor hubo alineación planetaria.
Siempre con tu contagiosa sonrisa.
Con qué respeto te expresabas de quienes estaban en el medio político, empresarial o social.
Y vaya memoria para tantos nombres. Y para tantos años idos.
Sacabas un nombre y luego otro. Me recordaba esa memoria con tanto potencial de otro amigo siempre bien recordado Ramón Ojeda Mestre.
Por siempre, estimado Mingo, las anécdotas políticas, el beisbol, los Cafeteros de Córdoba, los Diablos Rojo de México. Beisborama. El ´68. Tu generación política con gran distancia a la actual. Las tazas de café servidas por la gentil Ena. Por igual la siempre gentil y solidaria Ena, quien incluso en aquellos inicios de Tribuna de Los Cabos, cuando implementamos una sección en inglés, ella ahí, siempre ahí apoyando, motivando al ir siempre hacia adelante.
Te vi por la medianoche, Mingo, partir de isla Encantada. En tu honor hubo alineación planetaria.
Unas tres horas después cuando miraba al universo, te saludé. Te habías ido en paz.
A las tres de la madrugada tenía enfrente a Marte, Júpiter, Urano, las Pléyades y a las constelaciones Orión y Tauro. En otro punto: Neptuno y Saturno.
Mercurio se alinearía después.
Fotografié la panorámica que brindaba el universo para ti. Tu mismo ahí.
Un agradable trato de 33 años, desde aquel 1991, estimado Domingo Aragón Ceseña.
A tu familia.
A tus amigos.
Con el corazón.