David Rojo
Hasta aquí llegan las deidades mitológicas.
La Sierra de La Laguna de por sí es espectacular; toda una grata experiencia. El último milenario rincón de los pinos.
Y por si no bastara tan espléndida belleza natural, hacia arriba suma espectacular manto estelar.
La noche se hace más impresionante con todo ese manto estelar. Y cuando el día cuando, finalmente, se llega hasta la cima del Picacho, los dos mares: el Golfo de California y el Océano Pacífico.
La vida se llena de azul, de verde, de café.
Estás en tierra de venados, linces, víboras, zorras, coyotes, liebres, águilas, aguilillas, halcones.
Estás en tierra de vida que se mueve, aletea. Y estás en fuente de agua cristalina cuyas gotas, millones y más millones de gotas se hacen gran cuerpo para abastecer a La Paz y a Los Cabos
No es casual por aquí ver hasta las deidades mitológicas.
Perseo, el gran guerrero mitológico, captado sobre el manto estelar de la Sierra de La Laguna; las Pléyades y el planeta Urano, se suman a la espectacular estampa sobre la Reserva del área natural protegida.
Es 17 de noviembre, faltan minutos para las 19:00 horas. Has dejado atrás La Ventana y el paso de La Calambrina; observas la tienda de campaña. Después del descanso que vendrá, todo estará listo para continuar durante el día hacia El Picacho.
Los pinos te rodean.
Se da el correr de una leve línea de agua.
Sí, huele a pino.
Y cuando crees que estás lleno de naturaleza, miras hacia arriba. Es impresionante como el cielo nocturno te saluda con centenares, y más centenares de estrellas.
Así, tan grata la panorámica estelar para que uno se acomode por entre el pasto sobre ese mismo valle que se abre.
Te llenas de todo. De todo ese espectacular cielo nocturno que se brinda aromatizado por los pinos.
Estás en la Sierra de La Laguna y te saluda Perseo.
Y también está el saludo de la bella Casiopea. Por ahí salta Aries y está también Jirafa. La Vía Láctea.
Y hay más y más.
Estás en un lugar de vida toda.
Estás en La Sierra de La Laguna a la que también llegan las deidades mitológicas, cada cual su ruta. Aquí en el último rincón milenario de los pinos.