David Rojo
Vino y se fue.
Habló de vivienda.
Estuvo el gobernador; el alcalde, no.
Me fui a dormir.
En esas de sueños que me encuentro con Monterroso (Augusto, guatemalteco); pues, que me acomodo para escucharle el universal microrelato. Todo gentil, por igual se acomodó y contó: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Y cuando me desperté, el dinosaurio –tan grandote a la vista de toda la sociedad interpretado por todas las monstruosidades que tienen bajo espanto e impacto social a la propia sociedad– seguía ahí.
Y cuando me desperté e hice la parada al camión urbano y también vi que hacía la parada una persona desde su silla de ruedas, el corazón volvió a partirse en dos en el centro urbano de Cabo San Lucas…no hay transporte para estos ciudadanos. Bajé la mano, el camión siguió su rumbo, seguido por la mirada por quien estaba en la silla de ruedas. Y pensar que en Emerville, el transporte para todos es hasta gratuito.
Me fui a dormir animado por un mejor destino, ya un diputado federal había contagiado por no tenerle miedo al cambio.
Y cuando me desperté seguían en el poder quienes tenían a miles de familias en zonas de riesgo, sin drenaje, ni agua potable.
Me fui a dormir con la palabra vivienda.
Y cuando me desperté las Unidades Habitacionales en medio de arroyos de Cabo San Lucas y San José del Cabo no sólo no serían derrumbadas, sino quienes habían liberado las licencias de construcción para su edificación ahora también tenían bajo su control Protección Civil.
Cuando me desperté, finalmente, me pregunté para qué diablos me había despertado.
Pa’llorar!