David Rojo
Durante las jornadas dominicales que cámara en mano durante tres lustros se cubrieron por la serranía cabeña nada mas en dos ocasiones se le vería.
Falta de coincidencia en el mismo lugar.
La no coincidencia con la hora.
El primer avistamiento, sin embargo fue del todo impacto:
No se sabía de qué rapaz se trataba. Pero, se veía magnífica con su cuerpo blanco. Y esos ojos con el redondez negro le hacían ver como toda una bandida.
Hacia el cielo, el tono blanco contrastaba con el pasar de nubes grises.
Se lució, con un ¡mírenme!
Pablo Linares enfocó. Y obturó.
No le gustó.
Ella tan magnífica como se veía, debió de haberse quejado: ¿qué? ¡nada más una foto!
Más chica que el Aguililla Cola Roja, pero toda mucho mas grande que el halcón Esmerejón. Los expertos refieren de su tamaño como de 35 centímetros.
Se trataba del Milano Cola Blanca.
Se lucía. Un aletear por aquí otro aletear por allá.
Pues, como se dice, a darle.
Después del avistamiento como de una hora, todavía cómo que se preguntaba: ¿otra foto?
Y ni modo que no, con un lente de 600 mm.
Cada domingo por la serranía brindaba experiencias tonificantes. Diferentes.
El lince.
El venado.
La zorra.
El coyote.
Recuerdo, con esa alegría que te dura por un buen tiempo, cuando llegué al rancho de un amigo.
Antes del “te ofrezco un vaso de agua” o por supuesto el café de talega, El Güero paró mi andar y el saludo.
Y me mostró la fotografía.
Me quedé extrañado.
Cuándo las cosas son de sopetón.
Pues, y éste qué onda. La inmediata reacción mental.
Se trataba de la fotografía de un venado.
–Amigo, Rojo,- me dijo. Allá se quedó la escopeta. Ya no la uso. Ahora los fotografió. Sigue siendo presa, pero con la cámara.
Y ahora esa espléndida ave posando para la fotografía.
El venado debió de haber sido chiva. Y decirle al Milano Cola Blanca que uno tomaba fotos.
Y chida el ave ahí estaba frente a nosotros para una y otra foto.
Daría el Milano Cola Blanca un grato domingo.
Y un registro mas de las aves rapaces en al final de la tierra.
El Milano Cola Blanca es parte del fundamento en Los Cabos: El Paraíso también tiene alas.