David Rojo
Gobernador Víctor Castro no hay pronunciamiento por la vida y bienes de las familias obreras que, bien lo sabes viven en desarrollos habitacionales en medio de arroyos.
Bien sabes, además, Gobernador Castro que esos desarrollos habitacionales en medio de arroyos en San José del Cabo y de Cabo San Lucas, fueron levantados por el otorgamiento de licencias municipales de construcción.
Esas viviendas, lo sabes bien Gobernador, son de familias que viven de sus salarios, por lo que no tienen terrenos a lo largo de cuatro kilómetros con frente de playa, por cuyos propietarios se pronunciaron a favor en el XV Ayuntamiento de Los Cabos.
El pueblo Gobernador Castro está en los arroyos. Y ni voltean a verlo con el Plan de Desarrollo Urbano.
Todo el discurso de la 4T tiene que ver por el pueblo, pero que terrible que en los hechos lo tengan en el abandono.
No hay ningún pronunciamiento Gobernador Castro, de los gobiernos estatal y municipal, por esas familias obreras traicionadas y con sus vidas en peligro a cada temporada ciclónica.
Desde palacio nacional se provocó toda una sacudida política-social por el pronunciamiento de los regidores Jesús Alberto Alvarado, José Manuel Larumbe y Celestino Aurelio Atienzo, de la comisión edilicia de Desarrollo Urbano, Planeación, Ecología y Medio Ambiente, del XV Ayuntamiento de Los Cabos, con el respaldo de la mayoría de los integrantes del cabildo cabeño en favor de la propiedad privada de potenciales inversionistas.
Y ya se espera la llegada de funcionarios federales los que tendrán sus observaciones sobre el camino costero a Cabo Pulmo.
Pero, gobernador Castro ni un compromiso ni una palabra ni una línea de parte tuya por quienes viven en esos edificios habitacionales cuyas propiedades se encuentran en medio de arroyos.
Son vidas en peligro gobernador Castro. Y aun con todo este revuelo iniciado por la supuesta defensa edilicia de la propiedad privada, esa familias no son tomadas en cuenta.
Se trata del pueblo.
Todo un discurso por el pueblo.
Pero, en los hechos ni reubicación ni justicia.
Las palabras oficiales se las lleva el viento; el pueblo se queda cargando la brutal y lacerante realidad, entre cuyo costo social hay vidas y bienes de familias obreras en peligro.
Esperan a que se caigan más edificios, para voltear la vista hacia allá