David Rojo
Tuve que preguntar:
Ave pequeña, a primer vista imponiéndose sobre el pecho el color amarillo.
Bonita.
Toda una ave chida.
Y me atreví a dar una referencia del ave que podría tratarse. Y lo que se dice, chafee.
Se trataba de una Calandria.
Pero, no se observaba el distingo de los tonos negros.
¿?
Todavía se me precisó: Icterus cucullatus.
Pues, peor.
Pero se daría la buena onda con la respuesta a una línea: Calandria dorso oscuro menor.
Con la referencia:
“Parece un macho joven, no termina de presentar las características más distintivas”.
Y sí una Calandria sobre un cactus.
Una estampa chida.
Los Cabos con todo un paisaje de aves adultas, jóvenes, polluelos (como el Carpintero que veo seguido sacar y meter el pico cada vez que la mamá se acerca al nido).
¡Y, sopas!
A esa hora estaba la Matraca del Desierto y el Pájaro Azul y los propios Carpinteros dándole duro a los cantos. Y que se aparece un Halcón Cernícalo Americano, de esos machos bien chidos de color gris-azulado, pecho blaco con punto negros, el casquete rojizo, y de pronto elsilencio completo.
El halcón miraba por aquí, por allá. Y nada.
Tenía como dos semanas que por el lugar no se veía a un ave rapaz.
Después de unos minutos el halcón continuaría con el vuelo. Se alejaría. Los cantos volverían al barrio de los cactus. Los aleteos como el del joven Calandria tomarían al viento. Cada cual con su fiesta sin el depredador.