David Rojo
Pediste hasta unas copias.
Las llevarías a la Ciudad de México.
Fue antes de las elecciones del 2018.
¿Te acuerdas, Víctor?
El documental Olvidados te había sacudido.
El gesto de indignación recorría la Sala de Juntas de Tribuna de Los Cabos, en la que te había presentado el documental.
Si, pediste copias.
En Facebook se había pasado la banda de las 50 mil reproducciones, en YouTube (https://m.youtube.com/watch?v=3Syd5iEwZzw) más de cuatro mil
Se había logrado el impacto social, faltaba el político.
El tiempo se fue.
Con las elecciones del 2018 asumiste la figura de Senador de la República, luego te convertiste en el súper delegado de 4T en Baja California Sur. y desde el 2021 despachas como gobernador sudcaliforniano.
Han pasado siete años.
El tiempo se fue. ¿Los Olvidados? ¿Y todas esas miles de familias traicionadas con su vidas y bienes en peligro asentadas en zonas de riesgo? Esas miles de familias siguen con sus vidas en peligro. Sin embargo, han pasado siete años de aquella solicitud que hicieras de copias del documental Olvidados, no llegó la justicia. No sólo eso, en tu ruta de gobernante, ahora hay más miles en zonas de riesgo.
¿Te acuerdas, Víctor, de Olvidados?
¿Te acuerdas de aquellas líneas?
Sí, de aquellas líneas:
El viento corre. Pero no anima.
Puede ser mensajero de muerte.
Pareciera que con su ulular se escaparan todos los fantasmas del cementerio.
El susurro llega suave. Pero, con lo gris, se percibe lo que viene.
Cantan los Credence si has visto caer la lluvia en un día soleado. Aquí, ¿has visto el viento con el huracán?
La piel se enchina.
Se percibe el miedo.
El viento lleva miedo.
Corre y corre y se mete por todos los poros de la piel.
Es septiembre, la temporada presenta remolinos de incertidumbre. Las notas que se percibían desde enero, ya se escuchan claras: la danza del dilema, quedarse o irse, hace mas lejos la esperanza. ¿Y a dónde irse sin ilusiones en el bolsillo?
Tiempo de la danza del persignarse.
Tiempo de los coros del rezo.
La boca del Golfo de California se vuelve pequeña, los pasos Goliat se escuchan fuertes, agitados, sobre el Pacífico.
Cuando llega septiembre los presagios se cuelgan sobre las hojas del calendario del mes.
Suben las temperaturas, en forma abrupta lo gris suele imponerse.
No lastima septiembre, aun cuando los amantes ya se fueron, sino las condiciones en las que se llegó a septiembre.
Duele el aire.
Duele lo gris.
Sacude lo que anticipa el meteorólogo.
La tregua de tranquilidad anual, ha llegado a su fin.
Los días veraniegos han traído a la cresta de la temporada ciclónica.
Se abre un tiempo para los por qué sin respuestas.
De rostros de esperanzas idas.
La naturaleza cobija a Los Cabos. Pero no a los que les destruyeron sus sueños.
Aquí, de mar a mar, el sol saluda desde el amanecer y se despide con el atardecer.
De mar a mar.
Del Golfo de California al Océano Pacífico.
Espectáculo increíble sudcaliforniano al final de la tierra.
Hay soles sin embargo que no cruzan oscuridades.
Hay soles que ni alientan ni iluminan.
Son maldición cuando en verano se retuercen la marginación, el olvido, la impunidad.
Las altas temperaturas, la cresta de la temporada ciclónica, son una maldición para quienes no tienen nada, acaso la esperanza aplastada. Y los que llegaron a construir sus sueños, se despertaron con la pesadilla de estar viviendo en medio del arroyo, a donde llevaron a sus familias, a sus hijos, con la ilusión hoy destruida cuando creían que forjaban un patrimonio familiar.
Esta es la historia de los olvidados en el paraíso.
Tras la manzana en el paraíso de Adán y Eva, vinieron Caín y Abel. De ahí no se detendrían las traiciones entre hermanos. A la quijada para asesinar a Abel, de lo bíblico a lo Constitucional de nuestro régimen, de las centurias pasadas al sistema democrático en un nuevo paraíso. De un paraíso a otro. La quijada, el arma asesina, se convertiría en las depredadoras, corrupción e impunidad.
País de leyes que todo lo rige y todo lo ignoran.
Con tanto sol, con tantos días de sol, hay viviendas en penumbras. No tienen sol, sólo oscuridad. Permanente oscuridad..
Incertidumbre que no alienta, que duele, que lastima.
Sombras que estremecen cuando el huracán.
El ciclón ha dejado de ser advertencia. Ya se sabe por experiencias recientes con “Odile” o “Lidia” que cobra vidas y bienes. Que es implacable, cuando en contradicción la destrucción uno mismo la tienta, uno mismo la provoca.
Huracán que hace a la incertidumbre mas negra…
Los de las casas de cartón, los que dejaron el ayer, sus tierras, su origen, para encontrarse, lejos de casa, con el presente de siempre. Sin ayer ni mañana.
Vidas de olvidados, también, que no están en las casas de cartón, pero con una vida frágil al despertar cada mañana y ver que su esperanza está agraviada en medio del arroyo, porque les vendieron viviendas en pleno cauce.
Llega la lluvia y las emociones se atropellan.
A los lados todo reverdece, es agua que bendice la tierra.
Pero en casas de cartón y en los edificios habitacionales que fueron construidos en medio de los arroyos, la lluvia se convierte en maldición.
En Chula Vista y Puerto Nuevo hay vidas traicionadas.
Es agravio que sacude a los cuatro vientos
Noches que acumulan años. Largas noches sin mas esperanza que la promesa incumplida
La incertidumbre es de sombras.
Hay días del presente que no dejan de serlo.
No se acumulan para ser pasado. Son experiencias que se abren como heridas permanentes.
Experiencias ignoradas…
Esta es nuestra memoria. El testimonio colectivo contra el agravio de la impunidad.
¿Te acuerdas, Víctor?
Y ya ha iniciado la temporada de huracanes 2025.
De la Constitución al rezo.