David Rojo
Ya es ayer: 15 de octubre de 2109
Fecha alguna vez presente.
Presente aquel presidencial que se solazaba con el pasado.
Pasado del que ahora es parte aquel presente.
Presente aquel que defendería la riqueza nacional. Y que no resultó así. El despojo siguió…y en mayores cantidades.
El presente aquel parte del pasado negado.
La palabra como testimonio del aliento, el hecho como testimonio del cinismo.
El discurso de la transformación, hecho trizas por el hecho de la simulación e impunidad.
Ya es ayer, aquel 15 de octubre de 2019.
El discurso que no fue hecho.
Dijo, en aquella mañanera en palacio nacional, López Obrador aludió:
– “… a Pemex lo exprimían, se dedicaban a saquearlo”.
– “Pemex se va a defender. Ahora no vamos a permitir que sigan saqueando”
– “Nosotros no vamos a tolerar ningún acto de corrupción”.
– “Por eso fue muy importante que llegáramos aquí con el apoyo de los ciudadanos, no de grupos de intereses creados; porque si hubiésemos llegado con el apoyo de la delincuencia de cuello blanco, estaríamos atados de pies y manos, no tendríamos libertad”.
– “Entonces, en todo esto se tiene que actuar si hay denuncias, y defender a Pemex para que no lo sigan saqueando”.
El compromiso político dejado sólo en palabra.
La riqueza nacional puesta en pipas, trenes y buques. El despojo que no se detuvo. El Pemex que no se defendió.
Sí hubo denuncias. Pero, al contrario, se agudizó el saqueo de la riqueza nacional de los hidrocarburos.
También, el saqueo de la energía eléctrica por criptomonedas.
Y más: el saqueo de miles de millones de pesos de los alimentos de los más pobres.
La pus que mancha el discurso.
El compromiso político que se alejó de la esperanza por un mejor destino y que se convirtió en simulación que terminó por exhibir más heridas sociales como el hecho mismo que niños y adultos se quedaran sin medicinas contra el cáncer; el sector salud sin medicamentos.
El discurso que no fue hecho.