Cuando desperté no sólo la realidad de corrupción, impunidad, la más sangre derramada ahora con el asesinato de la alcaldesa de Cotija, Michoacán, seguían ahí. Y el dinosaurio rugiendo más fuerte. Me desperté y ya se habían perdido, robado, desaparecido, hasta las banquetas.
Ya había preguntado, ¿hasta las banquetas Leggs?
No sólo a cuadra y media de palacio municipal en San José del Cabo había “desaparecido” la banqueta, en este despertar ahora se estaba peor:
A un costado de las calles laterales de la carretera a cuatro carriles, al lado donde está por inaugurarse lo que se difunde será una nueva plaza comercial en donde estará Soriana –frente a Costco—ya no se ve la banqueta.
A la vista de todos.
En pleno punto del corte a la carretera para conectar con las calles laterales y que obliga a una línea segura para el tránsito peatonal, ¡carajos! ¡Ya no está la banqueta!
Así, criminal Desarrollo Urbano municipal.
Y ni pensar entonces de algún puente peatonal para cruzar las calles laterales que con sus horas picos son mas que un infierno y la propia carretera.
Se va al tercer gobierno municipal de Morena. Lastima la omisión de lo que pone en riesgo a ciudadanos. Y no se dice nada de lo que pone en riesgo a vidas y bienes. Sin responsable.
–¿Hasta las banquetas, Leggs?
Cuando me desperté ahí está la realidad que jode con el silencio, omisión o complicidad de los que rodean al poder?
–¿Qué hace el Congreso sudcaliforniano con todas esas leyes por las que se pronuncia y en este caso con Desarrollo Urbano municipal, cuándo se tiene un desmadre de por medio?
Los Cabos ya llegó a siete diputados de mayoría relativa (de 15 en Baja California Sur) sin embargo sólo queda el lamentable escenario que toda esta estructura legislativa y de representación popular no sirven para ni una maldita sea la cosa.
No hay certeza en el crecimiento urbano.
El crecimiento acelerado demográfico que registra Los Cabos es una causal sobre el rezago en la capacidad de respuesta local a las necesidades de servicios y obras públicas.
Pero, tal escenario no justifica cómo a ojos de todos hasta las banquetas desaparecen. Eso es ineficiencia, corrupción, complicidad. Y en la raya importamadrismo.
Con esta realidad y el voto de cada quien, con el color que haya sido, me desperté.
Agravio.
¿El que votó por Morena no se siente agraviado?
¿El que votó por el PAN no se siente agraviado?
¿Al que voto por el PRI le vale gorro?
Cómo se fue a votar para despertarnos con estas realidades que ponen en riesgo vidas y bienes, ante el importamadrismo oficial con los miles de asentamientos de familias en zonas de arroyos que salen cuando la temporada de huracanes dado que Los Cabos está en ruta ciclónica.
Cómo se puede hablar de votos, elecciones y de resultados electorales irreversibles con la realidad que asfixia.
Y hay quien festeja un triunfo electoral, va abraza y brinda. Sólo eso. Ya se ganó que se jodan con su realidad. Tómenla con el dedo estirado.
Jódanse hoy, ya vendrá el 2027. Y entonces la gubernatura de por medio.
Ya habían pasado las elecciones y la realidad, como el dinosaurio, seguía ahí.
Pero, ahora ¡hasta con las pinches banquetas!
Habría que despertar, el dinosaurio ahora rugía más fuerte.
Y si no se despierta la realidad será peor.
Muchos de los que viven en zonas de riesgo en Cabo San Lucas dieron su voto sin mas futuro que seguir ahí poniendo en riesgo la vida de hijos, padres, madres, abuelos.
Ya les llegará el rugido del dinosaurio que sigue ahí con su nuevo color.
Hay que despertar, dado que hasta ¡chingaos! ¿las banquetas Leggs?
Terrible experiencia en un tramo que ha cobrado varias vidas de peatones: sin puente peatonal, sin puente a desnivel y hasta sin baquetas. Más edificios de varios niveles, más plazas comerciales, más fraccionamientos hacia el fondo de El Tezal desembocando el tránsito vehicular en esas calles laterales ahora en un punto crítico sin pinche banqueta.
Cuando desperté la realidad lacerante y el dinosaurio estaban ahí.
No al silencio.
No a la vida cómoda a quien impone políticas públicas fallidas.
Hay que rugirle al dinosaurio.
