David Rojo
Hacía, lo que se dice, changuitos.
El nuberío no se iba a quitar.
Esperaba algunos espacios entre las nubes.
Tantas nubes a tal punto, que en momentos se apreciaba a simple vista y en otros no Aldebarán, la principal estrella de la constelación de Tauro.
Y buscaba 000Aldebarán, al igual que a las Pléyades, como referencia para ubicar al planeta Urano y poder lograr la toma fotográfica.
Poco antes de las 02:00 horas del lunes 11 de agosto de 2925 ya estaba en la ubicación habitual para la observación del cielo nocturno en Cabo San Lucas. Una jornada especial: alineación planetaria, conjunción planetaria de Venus y Júpiter, la Luna casi llena, las Perseidas.
Vaya jornada y tantas y más nubes.
A un lado de la Luna Gibosa Menguante (93 por ciento), Saturno se aprecia a simple vista. Pero, Neptuno se hacía del todo escurridizo.
A las 03:00 la oportunidad de un espacio. Y zaz. Las Pléyades, la cabeza de la constelación Tauro y el planeta Urano.
Ubicaba por donde se apreciaría la conjunción planetaria de Júpiter y Venus. Y más hacía changuitos.
De hecho a las 03:30 me desanimaba el pensar que ambos planetas no se habían observado por tanta nube.
A la vista el Vigilante Estelar 003 y a la izquierda arriba la constelación Cochero. Inconfundible la estrella Capella.
Pero, nada de Júpiter ni de Venus.
Diez minutos más y nada.
Insistir, entonces, por Neptuno, sin descuidar por donde se podría apreciar la conjunción planetaria del 11 de agosto.
Y sí, rondando las 03:45 horas con cables de la CFE en primer cuadro, Júpiter y Venus.
Padrísima postal en esta región sudcaliforniana.
Dejé de hacer changuitos.